“La censura siempre ha sido una manera de obtener capital político”, comienza diciendo el comunicólogo social y especialista en semiótica y memoria cultural, Julian Woodside. Desde su libro en torno a la industria cultural global post-pandemia y recordando su experiencia en el movimiento social mexicano #YoSoy132, mediante la iniciativa #MúsicosconYoSoy132, Julian no duda en enfatizar que el problema de fondo es que “todo lo que refleja lo que somos, nos incomoda”. ¿Cómo se ha comportado la censura en distintos contextos históricos respecto a las expresiones musicales? ¿Qué nivel de influencia tiene el narco en nuestra vida cotidiana, en la política, en los juegos de video, en aquello que vivimos diariamente y que no preferimos problematizar por culpar al “corrido tumbado”? ¿Qué implicancias tiene la industria musical estadounidense en el negocio de las violencias? ¿Es una señal del clasismo del progresismo y de una impotencia de la crítica la polarización entre “censurar” o “romantizar” la música como “expresión popular”? Romper la polarización surge como desafío político a través de espacios públicos concretos para problematizar las violencias coloniales y corporativas en nuestra vida cotidiana y, específicamente, sobre las clases populares.
Parte de la décima temporada de podcasts de Vitrina Dystópica: De insurrecciones y otros posibles.
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