Galería AK-35
AK-35 es un espacio/experimento, un espacio/prueba, un espacio/deriva, un espacio/necesidad, un espacio/independencia un espacio de emergencia, AK-35 es un proyecto generado por artistas en busca de un espacio propio y a la vez para todos.
Comenzamos con esta descripción ambigua, no por apelar a resquicios intelectuales, ni por pretensiones discursivas, sino que para dejar en claro que en el comienzo jamás hay nada establecido, y que todo sentido de lo que será AK-35 lo ganará a futuro cuando la praxis real delimite sus derivas.
Lo que podemos hacer por ahora, es poner en escena ciertas necesidades que nos llevan a pensar y producir un espacio como AK-35, porque no es otro motor sino la necesidad lo que nos movilizó en el comienzo. La necesidad de un territorio distante a los discursos de la hegemonía cultural, la necesidad de un espacio de prueba que nos reúna y se abra a las obras cansadas de llenar formularios, evitando el filtro de juicio de ejecutivos culturales que las validen. Es la fe en lo colectivo, la búsqueda de estrategias de cooperativa lo que nos permitió pensar y actuar para gestar este lugar, porque más allá de lo que digan los tecnócratas sobre la ruptura de los lazos sociales, creemos que los espacios de religación a través del arte son posibles. Buscamos que la producción artística tenga una mirada multidireccional y que no sólo se mire el ombligo constantemente.
Es ahí, aquí (o ak) donde se instala el espacio de experimentación, en los sobrevivientes pasillos del persa de los reyes, lugar de resistencias, fierros, arreglos plásticos, ruedas, pinturas, motores, cocinerías, llaves, cuerpos, libros, completos, cañerías, gomas, falsificaciones, escondites, juegos, candados, polvos, cortinas, refugios de materiales y memoriales remembranzas de viejos sobrevivientes entre alcoholes y vahos del río, conversación permanentemente actualizada entre Diógenes y Baudelaire, Funes y el ángelus…
El espacio turbulento del residuo necesariamente interpela al arte, ¿qué es eso que separa la colección del cachureo?
Con AK-35 se busca territorializar el arte fuera de los circuitos cerrados ya establecidos, seguimos el ejemplo y el ímpetu que han tenido otros proyectos de índole similar, como Hoffmann´s House, Galería Metropolitana, la Perrera arte, entre otros. Buscamos nuevos territorios donde habitar a través de la producción de obras. Consideramos que un “territorio” no es las condiciones físicas que lo definen, un “territorio” para nosotros se constituye en la diseminación y circulación de sentidos que lo cruzan, discurso, cuerpos, historias, relatos, procesos, y AK-35 busca instalarse como un proyecto artístico que circule libremente, en la complejidad del discurso artístico contemporáneo, pero también en otros discursos y territorios de lo social que sean posibles de abordar.
Sin embargo el territorio soporta especificidades, pues mientras proliferan los centros de arte que se cierran en sus propios lenguajes (curiosamente subiendo por el lecho del mismo río), convocando en lenguas poco accesibles a un público cada vez mas específico y menos al viandante, nos proponemos el agenciamiento y articulación de un lugar fronterizo de experimentación, especie de turbulencia tópica en un espacio arruinado, limítrofe, residual. El río ha sido desde siempre -en los relatos y escritos legados- un pliegue limítrofe de la capital, en las orillas del río Mapocho corría el vino de las chinganas con olor a libertinaje, por el río subieron los guerreros que quemaran Santiago un 11 de septiembre guiados por Michimalonco, se amontonaron los cuerpos inflados, torturados y flotantes de ejecutados y desaparecidos durante/por la dictadura, se apiñan los cabros de las caletas, se erigieron las poblaciones del poniente, fueron fusilados pobladores, trabajadores y luchadores sociales, al río daba el túnel de la cárcel por donde se efectuara la primera fuga penitenciaria, se articuló la maquinaria de muerte para los vagos canes y se levantó el primer persa de Chile, territorio de todos y de nadie las riberas del Mapocho siguen convocando la cimarra, el florecer del amor escolar al son del vino, las manos rápidas del que se salva sin mirar a quién, los humos clandestinos químicos y verdes, la violencia sin y con uniforme, el traquetear de ruedas pegadas a tablas urbanas, el ir y venir incansable de la fuerza de trabajo hacia el centro y sus orillas, entre tantas otras cosas incontables y por hacer en la frontera “interior” de Santiago, tajo por donde corren aguas inertes, suerte de frontera del “centro” con su “adentro”, turbulencia en la infamiliaridad de los residuos, resistencias y excepción, como toda frontera.
Creemos que el arte debe pensar, mirar su época y el territorio geopolítico en el que se sitúa, desde una postura crítica, pero también habitarlo y considerarse parte de aquellos procesos que contornean la realidad de la sociedad actual, e intentar intervenir en ellos de un modo activo.
Como se puede apreciar las pretensiones para este espacio que aún está en gestación son demasiadas, por lo mismo, este espacio está abierto a toda aquella producción artística y de pensamiento que pueda aportar a su configuración y búsqueda constante de sentido.